En nuestras vidas, llenas de horarios, presupuestos, eventos especiales y no tan especiales, y paradas regulares en la gasolinera para poder seguir el ritmo de la marcha, no es muy frecuente que tengamos la oportunidad de gozar de la tertulia. La libre expresión de ideas tranquiliza al alma y enriquece la expresión.
Es importante darnos la oportunidad de practicar el idioma en su forma más esencial: en el acto de hablar entre dos personas, o tres, en una conversación. Todos los ejercicios gramaticales del mundo no pueden igualar lo que se aprende del acto de preguntar, escuchar, contar, y comunicarse. Claro, es posible que no entremos en los tiempos verbales más complejos en cada charla. Hay días en que la mesa redonda se llena de conversaciones en el pretérito y en el presente. Hablamos de lo más ordinario: una visita en casa, un pequeño accidente de coche que detuvo el resto del horario por un día pero no resultó en ninguna herida ni daño, una confusión de palabras que produjo risa... etc. Lo esencial es que se utiliza el lenguaje en el contexto de la comunicación humana. Las conversaciones nos motivan a seguir con el estudio--para poder ser entre los primeros de captar el chiste y gozar de la risa.
Cuando enseñaba clases de lengua en Columbia, un aspecto de la enseñanza que me gustaba mucho fue el evento semanal que se llamaba "café y conversación" en la sala de la Casa Hispánica, y un evento similar en el campus de la Universidad de Illinois tomó lugar cada miércoles en un café cerca del campus. Pocas veces falté estos eventos. Los elementos necesarios son: un par de profesores o instructores, unos cuantos estudiantes, y una hora o dos. No hay ningún programa. No hay metas, ni apuntes, ni notas. A veces se escribe una palabra nueva en una servilleta, o se muestran fotos de un viaje o una boda reciente, o se intercambian números de teléfono. Todo esto viene de los participantes. No hay programa--solamente hay el invito y la presencia de los hablantes (desde nativos hasta principiantes). La idea es sencilla: detener la vida por un momento para comunicarse en español. De estas charlas salen amistades y recuerdos... y sin darse cuenta, también uno se adapta uno al intercambio cultural que sale del lento proceso de adaptar la pronunciación y el vocabulario a la libre expresión en una segunda lengua.
Tenemos un grupo de conversación muy informal en Hobart los martes por la tarde. Somos de varias religiones, de varias edades, de varias culturas--y gozamos del hecho de compartir las diferencias. Nuevos miembros del grupo están muy bienvenidos en todo momento ...
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